Sunday, July 29, 2012

El accidente de la mina Cerro Blanco y la familia Bartell, en Imuris


Había planeado dedicarle un artículo a cada mina y ferrocarril sonorenses, pero la respuesta que he tenido a lo escrito hasta hoy me obliga a cambiar mis planes. Las tradiciones minera y ferroviaria en Sonora forman parte de nuestra identidad; a todos nos atrae recorrer mentalmente cómo habrán vivido nuestros antepasados mineros y ferrocarrileros. Digo ésto porque la placentera tarea de compartir con los lectores lo sucedido en el pasado sonorense, y la respuesta de éstos a lo ya publicado, me lleva a retomar la historia de la mina de Cerro Blanco, al Noreste de Imuris. Por ejemplo, en el artículo que ya escribí sobre ella, apenas mencioné el tema de un accidente ferroviario, aunque gracias a la información que me envía el Sr. Antonio Soto Bartell es que puedo ahora extenderme más sobre el mismo.

Este ocurrió un 21 de septiembre de 1891, cuando el maquinista aceleró de bajada demasiado una de las dos pequeñas locomotoras que eran utilizadas para llevar al personal y bajar tanto mineral como trabajadores desde las alturas de Cerro Blanco. Como consecuencia de la velocidad, el tren se descarriló y cinco mineros fallecieron. Los nombres de cuatro de ellos, me dice el Sr. Soto Bartell, fueron transferidos al obelisco que aún hoy se puede encontrar en el antiguo panteón de Imuris; ellos eran W. Pinkham, J. Acunna, E. Laguna, S. Dumba, mientras que el quinto, Ignacio Gracia, fue llevado aún con vida a Terrenate pero falleció el día siguiente y allí fue sepultado. Hubo, además, heridos, según recuerda el Sr. Soto Bartell, quien rebasa las ocho décadas de edad llenas de experiencias,  y agrega: “cuando yo tenia 8 a 10 años conoci a uno se llamaba Ramon Ochoa y era vecino de nosotros y en el accidente se estropeó mucho una pierna que le fue amputada por medico gringo como el decia era un medico que trajo la minera yo recuerdo bien don Ramon le decian el mocho Ochoa, no recuerdo bien pero don Ramon murio antes de 1940…”

Y regresando a la tumba de esos mineros, el obelisco que fue erigido en el panteón de Imuris ha sufrido las inclemencias del tiempo. Originalmente, además de los nombres de los fallecidos llevaba la leyenda en Inglés: “To the Memory of”, luego los nombres de cuatro de los fallecidos, y concluía con: “Imuris Mines Limited. Who Died Sep 21, 1891”. Sin embargo, aproximadamente un metro del obelisco hace tiempo que desapareció, lo mismo que parte de la leyenda.

Y ya abierta la llave de los recuerdos, continúa el Sr. Soto Bartell narrándome la participación de su familia en la historia del ferrocarril en Sonora, historia que hasta hoy sólo vivía en sus recuerdos. Me dice que su abuelo por la rama materna, William Bartell Wilson, nació en 1866 en Berlín, Alemania; que parte de su juventud trabajó en los ferrocarriles alemanes y como a los veinte años de edad emigró a América. Llegó a Nueva York donde trabajó en los astilleros del puerto neoyorquino y allí supo que el recién inaugurado Ferrocarril de Sonora buscaba maquinistas para la nueva vía entre Guaymas y Los Nogales, por lo que se trasladó a Calabazas, Arizona (actual Río Rico), donde inició su labor como maquinista en el tren.

En 1887 fue a Guaymas y allí casó con María Luisa Fierro Canet, siguió como maquinista del Ferrocarril de Sonora, cubriendo la ruta desde Nogales hasta Guaymas, así como el ramal de Hermosillo a La Colorada, aunque en 1898 enfermó de tifoidea; fue llevado a Nogales, Arizona, y como entonces todavía no se inauguraba el hospital arizonense, se quedó en un pequeño hotel, donde falleció días después y fue sepultado en el panteón de Nogales, Arizona.

La abuela del Sr. Soto Bartell, viuda y con cinco hijos, casó nuevamente en Guaymas con un francés residente en el puerto, Francisco Bastián, y después del matrimonio los recién casados se fueron a vivir al rancho Remedios (que fuera la segunda misión fundada por el Padre Kino en 1687) ya que el rancho era de Gregorio Bastián, padre del recién casado. El nuevo matrimonio tuvo siete hijos, que con los cinco del primer matrimonio de ella, completaron la docena.

Y así continúa con sus recuerdos el Sr. Soto Bartell, y ahora cambia de tema a la historia de un tío suyo, Francisco Bartell, quien en 1910 consiguió empleo de maquinista, aunque le tocó sufrir un asalto al tren por los yaquis en La Pitaya, el 11 de abril de 1911. Estos habían quemado un puente, lo que provocó que se descarrilara el tren que conducía, así como la muerte de varios pasajeros, y allí murió él también. Tenía entonces 21 años de edad. Esa es, a grandes rasgos, la evocación de los recuerdos del Sr. Antonio Soto Bartell que, para ilustración del lector sobre cómo se vivía antes en Sonora, presento en esta ocasión.

Sunday, July 22, 2012

La Mina de Cerro Prieto, cerca de Cucurpe


Otra de las minas, también en el Norte de Sonora y que por su historia merece ser cubierta en estos artículos, es la de Cerro Prieto. Se encuentra a unos 10 kilómetros hacia el Nor-noreste de Cucurpe y, como lo dice su nombre, yace en un cerro obscuro que destaca contra el horizonte desde la distancia, elevándose unos 250 metros por encima del nivel general de la región y que puede ser visto desde kilómetros a la redonda.




La noticia más antigua que tengo a la mano data de 1899, cuando un grupo de estadounidenses, algunos residentes de Nogales, Arizona, eran dueños de algunas minas en la región de Cerro Prieto y decidieron organizar la Nogales Mining Company en Arizona para desarrollarlas. Con ese fin, emitieron 50 mil acciones de 10 dólares.  Poco después, el 12 de enero de 1900, organizaban en Sonora la Compañía Minera Cerro Prieto. En su primera sesión fue nombrado Harry Kelly Chenoweth como Presidente, mientras que su hermano William, el médico de Nogales, Arizona, quien sería el fundador del Hospital de Nogales, Arizona, fue nombrado administrador.

Con parte del capital adquirido se compró un molino de 20 martillos, y un equipo de bombeo de agua, que la llevaba del cercano arroyo de Santo Domingo. Sin embargo, surgieron algunos problemas legales entre los condueños, lo que llevó a que la mina fuera vendida. No conozco quienes fueron los compradores aunque su nueva razón social fue Compañía Minera Banco del Oro.

Para 1905, la mina había sido reorganizada en grande. Se había construido un camino desde Magdalena, además de una línea telefónica que enlazaba a ambas y aún más adelante, hasta un rancho llamado La Calera, situado sobre el Arroyo San Antonio desde donde se bombeaba el agua. De esta línea telefónica quedan aún restos. La mina en sí consistía de cuatro túneles horizontales, uno encima del otro, cuyos desechos se acumulan hoy en la entrada de cada túnel y semejan enormes escalones para subir al cerro.
Pero lo más interesante de esta etapa de su historia fue que para paliar la escasez generalizada de mano de obra existente entonces, fue construida  en Magdalena una planta eléctrica que funcionaba con petróleo crudo, tenía cuatro calderas de 750 caballos cada una, con los que se generaban 2,500 caballos de fuerza, y a través de tres alambres de cobre y un millar de postes esa energía era llevada hasta la mina, que distaba unos 40 kilómetrosde Magdalena.

El pueblo de Cerro Prieto, hoy desaparecido
Con ella funcionaban desde las locomotoras que extraían el mineral de la mina, las perforadoras neumáticas con las que se extraía el mineral y que hacían el trabajo de ocho mineros, hasta el molino de 120 martillos que se había instalado con capacidad de 6,000 toneladas de metal y que para 1905 alcanzaba un beneficio de 400 toneladas diarias, aunque se proyectaba incrementar su producción al doble. Se habían construido, además de las estructuras propias de la mina, alrededor de medio centenar de casas que se extendían por las cañadas aledañas y eran destinadas para los obreros, un hospital y una tienda. Notable era la iluminación nocturna por focos incandescentes y la ausencia de humos procedentes de las calderas, ya que, como dije, todo funcionaba por electricidad. El Presidente era  N. C. Banks, mientras que el Superintendente era el Ingeniero Frank N. Cox, abuelo de un renombrado pintor nogalense actual, Carlos Cabrera Cox.

Vino la revolución, la mina cerró operaciones en 1912 y sus construcciones fueron siendo desmanteladas gradualmente; sólo quedó la leyenda, muy probablemente falsa, de un  grupo de chinos que murió en sus entrañas en alguna fecha ignota.

Actualmente, la compañía canadiense Oroco acaba de concluir la fase de exploración de esta región mineralizada, de la que posee 7,000 hectáreas de terreno. En ella se encontró que la mineralización ocurre en una zona regional de fallas que se extiende por alrededor de 10 kilómetros con dirección Norte-Sur y alcanza una profundidad mayor que el máximo explorado hasta hoy. Así, fueron encontradas reservas calculadas de cerca de 390 mil onzas de oro y poco más de 6 millones de onzas de plata. Para extraerlas se planea construir una mina de tajo abierto. A fines del 2010 se recibió el presupuesto de lo que costaría construirla, poco más de 22 millones de dólares, y a mediados del siguiente año se logró la promesa de un inversionista estadounidense para invertir en este proyecto. Así, en agosto del año pasado, 2011, se contrató a la compañía Sonoran Resources, que es la que ya desarrolló la mina de Santa Elena, cercana a Banámichi, y en abril de este año del 2012 se anunció que se había adquirido un préstamo  para iniciar operaciones. Esa es, a grandes rasgos, la historia de Cerro Prieto.

Sunday, July 15, 2012

Las minas de Cerro Blanco, cerca de Imuris, Sonora


El artículo anterior, acerca del desarrollo de Cananea y Nacozari durante el Porfiriato, despertó el interés de algunos lectores acerca de otras minas y ferrocarriles sonorenses de los que no se sabe tanto. Así fue cómo decidí dedicar algunas de mis colaboraciones siguientes al desarrollo de la minería en Sonora. Sin embargo, antes debo explicar que los primeros ferrocarriles asociados con la minería fueron líneas de vía angosta (o sea que tenían una separación entre sus rieles menor al estándar de 1,435 milímetros). Entre sus ventajas estaba el poder construir curvas más cerradas y que los puentes y demás infraestructura eran también de menor peso, ya que el equipo era más pequeño. Además, también es necesario explicar que la minería del cobre no era entonces aún tan importante mundialmente, ya que los hilos conductores de electricidad no existían, y por lo tanto las principales minas eran de oro y plata.

En Sonora, la primera y única concesión estatal que haya habido para construir un ferrocarril fue precisamente de vía angosta, de 24 pulgadas.  Comunicaba al Ferrocarril de Sonora con Cerro Blanco al Noreste de Imuris, y de ella todavía quedan vestigios. Unos 5 kilómetros al Norte de Imuris, siguiendo la carretera rumbo a Nogales, en una milpa de por allí quedan algunas tumbas que formaron parte del panteón de la antigua estación Farrell, unión del Ferrocarril Cerro Blanco con el de Sonora. Además, cuando el viajero recorre la carretera que parte de Imuris hacia Cananea, irá viendo durante su ascenso a la sierra la antigua cama de este ferrocarril que corre paralela por la loma de la izquierda, y al llegar al puerto comprenderá que la carretera moderna sigue precisamente la ruta de ese tren angosto, y tal vez distinga en un cerro de por allí los cimientos de San Imuris. Son lugares y nombres olvidados por el tiempo, aunque alguna vez fueron lugar común entre los habitantes de la región.

La historia de los esfuerzos por desarrollar Cerro Blanco se pierde en la bruma de los tiempos; lo único que se sabe con certeza es que a finales de la década de 1880 un minero estadounidense, George Reed, adquirió un grupo de denuncios en esa región, y para desarrollarlos se asoció con James Farrell. Pasó el tiempo y tras varios años, Farrell logró interesar a un grupo de inversionistas ingleses, y el 8 de diciembre de 1889 se integró la compañía  “Imuris Mining Limited,” con las minas San José, Ophir, Sheba y San Imuris, y para capitalizarla se emitieron 175 mil acciones, de las que Farrell conservó 58 mil.

El siguiente paso fue conseguir el permiso para construir un ferrocarril que enlazara al mineral con la vía del Ferrocarril de Sonora, y el 13 de diciembre de 1889 el Gobierno de Sonora lo otorgó. Luego, se contrató a personal para desarrollar la propiedad. Así fue cómo no de los que llegaron fue William Vincent (Guillermo Vicente) O´Daly, quien se enlazaría con una antigua familia de la región, Corella, mientras que otro fue Andrew B. Ferris, quien trazó la vía férrea, de aproximadamente 25 kilómetos de longitud y 600 metros de ascenso hasta llegar a la mina: incluía los túneles horadados en la roca que todavía puede ver el viajero que se detenga a un lado del camino, además de los puentes para salvar las cañadas, estructuras que hace mucho desaparecieron. También adquirió dos locomotoras construidas en 1890, marca Porter con los números 1176 y 1177.

Pronto, la construcción empleaba a más de 450 trabajadores, y para administrarla fue contratado el Coronel inglés F. H. Seymour. Este fue el parte aguas que cambió la suerte de la empresa. En agosto de 1890, dos trabajadores eran asesinados en el campamento y un año después otro más moría en la mina, y cuando su esposa fue informada se volvió loca y murió poco después. En 1891 otros cuatro obreros morían en un accidente más, y el descarrilamiento de un tren por ir a alta velocidad ocasionó heridas a otros tantos, lo que llevó al Gobernador del Estado, Ramón Corral, a ordenarle a Seymour que cambiara al maquinista o la obra sería cerrada. Finalmente, y para culminar la racha de mala suerte, poco antes de la inauguración de la mina, George Reed se enfrentaba con James Farrell en Nogales, Arizona; le pidió la parte que le correspondía del negocio, y cuando Farrell se negó, Reed lo mató de seis tiros para huir luego a México, donde fue capturado y entregado a las autoridades estadounidenses.

Finalmente, en junio de 1891 tanto el ferrocarril como la mina fueron inaugurados, aunque apenas un mes después empezaron a correr rumores de que no tenía el metal esperado, y menos de un año más tarde la mina se declaraba en bancarrota. Y aunque se reorganizó en 1892 como la “New Imuris Mines, Limited” aparentemente con capital japonés, para 1894 nuevamente se declaraba en quiebra y cerró definitivamente, ya que en 1896 la vía y maquinaria fueron removidos por Seymour y llevados a su nueva empresa, el ferrocarril que enlazaría Estación Torres con las minas La Colorada y Minas Prietas, tema que cubriré en otro artículo posterior.

Sunday, July 8, 2012

La minería en el Norte de Sonora


El desarrollo económico del Estado durante el Porfirismo, promovido por las inversiones extranjeras en el ferrocarril, no llevó únicamente al establecimiento de la aduana de Los Nogales, seguido por la inauguración del Ferrocarril de Sonora en el mismo lugar, mismo que comunicaba a Guaymas con Estados Unidos, y finalmente al surgimiento de esta población fronteriza, sino que también otros renglones económicos fueron desarrollados, y entre todos ellos, tal vez el más importante, fue el de la minería.

William Cornell Greene
El primer gran despegue económico y tecnológico minero de Sonora ocurrió precisamente en esta región del Norte del Estado cuando un estadounidense, William Cornell Greene (al igual que a como a mucha gente de su época le gustaba ser llamado Coronel, aunque no lo fue), y quien había vivido durante los 1880s en el mineral de Tombstone, Arizona, decidió aprovechar los jales y demás desechos de las obras mineras que habían quedado de explotaciones previas en un lugar situado en el Norte de Sonora.

Dirigido a ese fin, en 1898 compró un grupo de denuncios mineros en un lugar despoblado entonces, llamado Cananea, mineral que había sido descubierto en 1760 y cuya historia pasó por aitibajos, y no fue sino hasta poco antes de 1860 cuando el Gral. Ignacio Pesqueira, gobernador de Sonora, los empezó a trabajar, cuando  estos minerales tuvieron un desarrollo más duradero, mismo que continuó hasta el fallecimiento del General en 1886, cuando pasaron a ser propiedad de su viuda, Elena Pesqueira.

Cananea, iniciando el siglo XX
Ella le vendió su propiedad a Greene, quien en asociación con personajes que serían prominentes en los negocios durante aquellos años, gente como Tadeo Iruretagoyena, Jacobo Storman de Magdalena, William Cranz de Nogales y otros, en   1896 formó la Cananea Copper Company, y se dedicó a adquirir diferentes posesiones mineras de esa región, y con todas ellas formó la Cananea Consolidated Copper Company. Para explotarlas, a finales de diciembre de 1899 celebró un contrato con el Gobierno de Sonora para establecer una planta de beneficio en ese lugar, y con la ayunda de otra de las grandes compañías mineras estadounidenses, la Phelps Dodge, dueña a su vez de las minas de Nacozari, cambió la orientación de esa explotación, que había sido únicamente para reaprovechar los desechos de obras antiguas, y ahora se dedicó a abrir minas nuevas, y con ese fin construyó a partir de 1903 varias fundidoras y una planta concentradora en Cananea, hasta convertirla en una de las principales minas de México.

Todo ésto llevó, a su vez, al nacimiento de una población en aquel lugar que para fines de esa primera década del siglo XX se había convertido en uno de los complejos cupríferos mayores del mundo, y el poblado que surgió adjunto, para 1906 alcanzaba los 20,000 habitantes, lo que la hacía la ciudad más poblada del Estado de Sonora.

Empleados armados cuidando la tienda de la compañía en 1906
Por otro lado, para poder exportar a Arizona el cobre de Cananea, en septiembre de 1900 Greene había obtenido la concesión para la construcción de un ferrocarril entre Cananea y Naco (61.5 Km), que se inauguró en 1902, además del otro ferrocarril que construyera entre Nogales y Cananea y fuera inaugurado en 1908, cuando Greene ya no controlaba esa compañia.

Esto se debió a que 1907 había perdido el control de la compañía minera, no en poco grado ocasionado por la huelga de Cananea de 1906, con lo que ésta pasó a manos de Thomas F. Cole, detrás de quien se encontraba John D. Ryan, quien el año anterior había sido nombrado como Presidente de la Anaconda Copper Co., ambos también asociados con el complejo financiero de la Amalgamated Copper Co.

James Douglas
Y si cambiamos nuestra mirada más hacia el Este, tenemos que el origen de la otra gran mina del Norte de Sonora, Nacozari, se remontaba a la década de 1660, y que su desarrollo se había dado, al igual que el de Cananea, con altibajos. No fue sino hasta durante el  porfirismo en que empezó su ascenso, cuando James Douglas, un ingeniero minero canadiense que había desarrollado las minas de cobre de Arizona, fue nombrado en 1895 como Presidente de la compañía Copper Queen Consolidated Mining Company, dependiente a su vez de la Phelps Dodge, y quien después, entre 1908 y 1916, fungiría como Presidente de la misma Phelps Dodge.


La compañía Phelps Dodge había ido creciendo durante aquellos años, adquiriendo empresas mineras en Sonora. Así, en 1895 compró la Moctezuma Copper Company, que era a su vez dueña de Pilares de Nacozari, mina que había sido establecida alrededor de 1867 por U. B. Treaner como la Moctezuma Concentrating Company, aunque poco después había pasado su control a los intereses de la familia Guggenheim, quienes a su vez la vendieron a la compañía Phelps Dodge, y así fue cómo esta compañía quedó bajo el control de la Phelps Dodge.

Además, como ya vimos, la Phelps Dodge había adquirido  en 1903 acciones de la compañía Cananea de Greene, y para explotar mejor la producción de Nacozari, la compañía Phelps Dodge, al igual que como sucedió en Cananea, se enfrentó a la necesidad de construir una salida de sus minerales rumbo a Arizona, por lo que en 1904 construyó el ferrocarril con 123.7 Km de extensión que enlazaba a Agua Prieta con Nacozari.

Uno de los hijos de Douglas, Walter, administraría Nacozari durante la revolución y sucedería a su padre en 1916 como Presidente de la Phelps Dodge, mientras que el hijo mayor, James S. Douglas, fundaría el pueblo de Douglas, Arizona, vecino de Agua Prieta, y organizaría bancos en Bisbee y Douglas, así como también participaría como administrador minero, tanto en Nacozari como en Cananea durante la revolución. Es decir, aquí se presentó el entremezclado de factores mundiales de aquel momento con otros regionales.

Casas mexicanas y estadounidenses en Nacozari
Y es que aunque no ocurrió en Nacozari una huelga de los mineros como sucedió en Cananea, de cualquier manera las condiciones bajo las que vivían los obreros en ambas eran similares (había una enorme disparidad entre las de los mexicanos y los estadounidenses), la que fue causa de movimientos sociales de protesta de los mineros, apoyados por los sindicatos estadounidenses. 


Como muestra de esta disparidad, en los planos de la derecha aparecen las habitaciones que construía entonces  la compañía en Nacozari: en la parte alta de la cañada de Pilares para los mineros estadounidenses y en el fondo de la cañada para los mexicanos.

Aunque probablemente la mejor manera de entender esta disparidad de condiciones de vida que tenían entonces los mexicanos y estadounidenses  la logremos acudiendo a la descripción que nos heredó el Ingeniero estadounidense, Ralph Ingersoll. Así, él nos describe en el barrio estadounidense de Pilares de Nacozari las casas estadounidenses, cada una con un jardín "en donde el pasto casi verde y los árboles de durazno e higueras estaban nítidamente cercadas contra los burros andariegos... [y cada casa] con una muchacha mexicana que ayudaba, y tenían todas las comodidades modernas incluídas, mismas que hacían realidad el sueño de un vendedor de bienes raíces -luces eléctricas, agua fría y caliente y el descenso de dos minutos al trabajo" 

Además un día, queriendo conocer cómo se vivía entre los mexicanos, bajó al "pueblo mexicano" y encontró a uno de los obreros mexicanos mejor pagados, "en una casa de adobe techada con lo que evidentemente eran antiguas puertas de la mina... y su chimenea consistía de una media docena de latas de café pegadas una tras otra...  con un solo cuarto en donde vivían niños, perros y puercos, y así fue que se preguntó: "Si los ricos como Angel viven así, ¿En dónde viven aquellos que sólo ganan un peso con cincuenta centavos diarios?" ("In and Under Mexico," New York: Century, 1924)

Por eso es que para concluir este artículo cabría que nos preguntásemos si la culpa de esta disparidad la tuvieron los inversionistas que ofrecían empleos a tantos mexicanos desempleados, o los gobiernos mexicanos que habían olvidado que precisamente su razón de ser era esa: preocuparse por ofrecerle la mejor calidad de vida posible a aquellos mineros.


Sunday, July 1, 2012

La Toma de Protesta del Primer Ayuntamiento de Nogales


Se proximaban las 9 de la mañana del todavía caluroso martes 16 de septiembre de 1884, al acercarse el otoño, cuando tal vez previendo alguna tormenta veraniega de las que ocurren en las tardes nogalenses o bien por compromisos laborales de alguno de los participantes en el evento que se avecinaba, no sabemos por qué exactamente, pero ocurrió que a esa hora un pequeño grupo humano atravesó el llanito que se encontraba interrumpido por las vías del tren, aledaño a la frontera, y por unos instantes se acogió a la sombra de las dos ramas del frondoso encino que quién sabe cómo había sobrevivido a los afanes de los taladores que proporcionaban leña al ferrocarril, aunque pocos meses después sería talado para hacer lugar al nuevo edificio de la Aduana de Nogales, el cual sería construido precisamente en ese llanito.

Sin embargo, la importancia del acto que los había convocado los hizo continuar su recorrido y poco más adelante, al llegar a la esquina de Campillo con Pesqueira, una esquina que por lo desprovista de construcciones únicamente hubieran podido reconocer como tal quienes hubieran visto el plano de la población realizado días antes, allí se acogieron a la sombra de uno de los salones del edificio de adobes que poco antes había sido construido en ese lugar y se dispusieron a realizar la ceremonia de toma de protesta del primer ayuntamiento de Nogales, dos meses después de la promulgación de la Ley No. 29 que declaraba fundados al municipio y a la población nogalense. El texto de esta acta es casi desconocido, y por eso aprovecho este espacio para transcribirlo aquí:

En la Municipalidad de Nogales, Sonora, a las nueve de la mañana del día diez y seis de Setiembre de mil ochocientos ochenta y cuatro, reunidos en este Salón Municipal todos los miembros que deben componer el Ayuntamiento de la misma, y en virtud de la orden fecha 7 del actual dirigida al C. Presidente Juan B. González por la Prefectura de este Distrito, se procedió por los miembros de este cuerpo a tomar la protesta de ley al C. Presidente en los términos siguientes:


“Protesta V. guardar y hacer guardar la Constitución General de la República Mexicana; con sus adiciones y reformas, las leyes de reforma, la Constitución particular del Estado y las Leyes que de ella emanen, desempeñando fielmente los deberes de su encargo con arreglo á las leyes y del mejor modo que le fuere posible”. A lo que contestó que sí. Acto continuo y habiendo otorgado la protesta debida el C. Presidente ante los miembros que componen el Ayuntamiento, procedió en seguida a tomar dicha protesta a los mismos y Jueces locales, siéndolo los ciudadanos, José J. Encinas como primer Regidor, Narcizo Moreno, como Segundo Regidor, Luis Tapia como Regidor Suplente, Luis Aragón como Juez Local propietario y Waldo Briseño como Juez local Suplente, en los términos siguientes. “Protestan Us. guardar y hacer guardar la Constitución General de la República Mejicana con sus adiciones y reformas, las leyes de reforma, la Constitución particular del Estado, y las leyes que de ella emanen, desempeñando fielmente los deberes de su encargo con arreglo á las leyes y del mejor modo que les fuera posible” A lo que contestaron todos y cada uno de ellos que si. 


A continuación el C. Presidente tomó la palabra y dijo: que desde hoy quedaban legítimamente establecidas las autoridades emanadas del voto popular que se componen de los ciudadanos que en seguida se expresan. Como Presidente Municipal Co. Juan B. González, como primer Regidor Co. José J. Encinas, como segundo Regidor Co. Narcizo Moreno y como Regidor Suplente Luis Tapia, como Juez local propietario Co. Luis Aragon y como Juez local Suplente Co. Waldo Briseño, todos los cuales presentaron sus credenciales respectivas, y estuvieron presentes en este acto, así como el Co. Sr. Juan José Vázquez comisario de policia que cesa hoy. 


Con lo que se dio por terminada la presente acta y después de habérsele dado lectura, fue aprobada por todos y firmada en unión del Srio. que suscribe. Y seguían las rúbricas del Presidente y Secretario del Ayuntamiento. 

Al leer esta acta, deducimos que ya desde sus inicios Nogales tuvo prisa por el cambio: apenas dos meses antes se había promulgado la ley que fundó a Nogales y ya tomaba posesión su primer ayuntamiento. Eso nos dice, además, que debieron ser realizadas elecciones previas a la toma de protesta, según lo confirma la referencia a que esas autoridades habían sido “emanadas del voto popular,” aunque desconozcamos quiénes fueron los candidatos perdedores o si hubo otros o cuantos fueron los sufragios emitidos. De cualquier manera, cabe recordar que, este domingo, celebraremos los nogalenses, otra vez más,  el acto cívico de elegir a nuestras autoridades como ocurrió por primera vez ese año de 1884, y cuya acta de toma de protesta acabamos de leer.