Sunday, April 22, 2012

Si Villa hubiera ganado la batalla de Celaya


Este artículo me fue inspirado por la visita a Nogales, hace unos días, del historiador duranguense Gilberto Jiménez, quien me obsequió varios libros de su autoría, todos acerca de Pancho Villa y Durango, además de otro más, el último que ha escrito Ricardo Raphael, “El Otro México,” en el que el autor habla de la vida cotidiana actual en los Estados del noroeste mexicano.

Durante la visita del licenciado Jiménez sostuvimos una plática muy,  extremadamente muy fructífera; llena de remembranzas históricas y de planes para el año próximo en que se conmemora el 450 aniversario de la fundación de Durango, evocación que sus ciudadanos intentan festejar adecuadamente; y así como éstos, tocamos también muchos otros asuntos históricos más, entre los que estuvo el de las posibilidades históricas irrealizadas, el imaginarnos “cómo sería México si hubiera o no sucedido ésto o aquello...” Y precisamente hablando sobre ese tema es que empezamos a discurrir acerca de cómo fuera nuestro México actual si Villa no hubiera perdido las batallas de Celaya, combates que ocurrieron este mismo mes de abril, pero de 1915, batallas que definieron el final del villismo como fuerza nacional bélica.

Poco antes de este enfrentamiento decisivo, aunque ya después de la traición por Huerta al presidente Madero, la que había provocado a su vez el levantamiento de distintos grupos contra su usurpación, los que después se aglutinaron en dos facciones, la Constitucionalista y la Convencionista, estas facciones iniciaron una contienda por lograr la primacía en México. Y así ocurrió que el movimiento Constitucionalista, encabezado por Venustiano Carranza, a quien apoyaba miltarmente el grupo sonorense que ya dirigía el General Alvaro Obregón, se encontraba en franca desventaja en su lucha contra los Convencionistas, representados a su vez por el Presidente Roque González Garza, que era a su vez auxiliado en lo militar por Pancho Villa y Emiliano Zapata.

Aquí, por ejemplo, en Sonora, la balanza se inclinaba por entonces hacia los Convencionistas, representados estatalmente por José María Maytorena.  Un reporte militar estadounidense de ese mismo mes de abril estimaba que las fuerzas maytorenistas sonorenses andarían en alrededor de 5,230 hombres contra 3,500 de los carrancistas, e igualmente en  armamento los maytorenistas dominaban, ya que tenían 15,500 rifles y 8.5 millones de balas, contra 5,300 rifles y 5.2 millones de balas de sus oponentes. Y aún en la dimensión de lo musical, hay que recordar cómo la Marcha Club Verde, escrita por Rodolfo Campodónico en contra de Díaz, así como su Viva Maytorena, se habían convertido en los himnos no oficiales de los sonorenses. Todas ellas pruebas de que los sonorenses, y los nogalenses entre ellos, se inclinaban por Villa y por Maytorena en la guerra de facciones que ya se veía venir en el país.

Bajo estas premisas, platicamos también el Licenciado Jiménez y un servidor en nuestra conversación de esa tarde acerca de las probables causas de la derrota de Villa en las batallas de Celaya: de si el Centauro hubiera atacado sin tomar en cuenta las características del terreno aledaño a Celaya, características que habrían sido aprovechadas al máximo por Obregón; igualmente cubrimos el tema de si las balas que le fueron vendidas a Villa eran defectuosas como lo recuerda uno de los combatientes, José López: “traían balas de madera, con el casquillo de cobre niquelado, pero de madera por dentro… parque que no caminaba más de veinte metros, veinticinco metros.”

Pero regresando a la geografía sonorense, también hablamos de la derrota que le infringiera Plutarco Elías Calles a Pancho Villa en Agua Prieta después de la derrota de Celaya, combate que seguramente no  habría ocurrido si Villa hubiera ganado en Celaya. Entonces surgió el tema de la animadversión que provoca actualmente la figura de Villa en nuestro Estado cuando se recuerdan los hechos de venganza que llevaron por entonces a cabo los villistas; hablamos de la toma y saqueo generalizado de Nogales por fuerzas villistas en noviembre de 1915, así como del principal motivo de rencor sonorense, la masacre de San Pedro de la Cueva, cuando cerca de un centenar de sus ciudadanos fueron fusilados por órdenes directas de Pancho Villa; igualmente tocamos la incursión armada de fuerzas villistas a territorio estadounidense, a Columbus, Nuevo México, a la que seguiría la expedición punitiva que persiguió infructuosamente a Villa durante meses de aquel ya lejano año de 1916. Nada de ésto habría ocurrido de haber ganado Villa en Celaya. Fue, así, una tarde llena de remembranzas históricas combinadas con el imaginarnos posibilidades irrealizadas que gradualmente van siendo borrados de nuestra memoria colectiva.

La luz solar nos decía que ya estaba cerca el final de ese día, aunque no deseando concluir esa conversación cambiamos entonces a otra posibilidad de nuestro “qué hubiera sucedido….” Y así fue cómo tocamos la de cómo se habría desarrollado México si a su vez Obregón no hubiese sido asesinado durante el banquete que se le ofreció en el restaurante de La Bombilla después de haber sido declarado en 1928 como Presidente Electo para el periodo de 1928 a 1934. Surgió entonces, inmediata, la pregunta: ¿Nos podemos imaginar a un Presidente como Alvaro Obregón entregándole la banda presidencial a Lázaro Cárdenas?



2 comments:

  1. Es lo que tiene la historia que siempre uno acaba preguntándose estas cosas. Bueno y ya puestos, ¿qué hubiera sucedido en un México monárquico, donde el vencedor fuera Maximiliano?.

    Un cordial saludo.

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  2. Muy interesante también tu "qué hubiera sucedido," aunque creo que a fin de cuentas la situación habría evolucionado más o menos igual (aunque con distintos actores), ya que Maximiliano resultó también ser progresista, en contra de los deseos de quienes lo propusieron.

    De cualquiera manera, no podremos saber nunca si la revolución mexicana hubiera tenido lugar de cualquier manera.

    Saludos

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