Sunday, March 11, 2012

La Ultima campaña del apache Gerónimo

El inicio de esta población, Nogales, coincidió con el final del período apache en Sonora, época llena de dramas actualmente desconocidos, de sucesos borrados por el tiempo; por eso es más que adecuado recordarlos hoy, cuando se cumplen 126 años de que el apache Gerónimo realizara su última correría por esta región.

En marzo de 1886, cuando la población de Nogales estaba por cumplir dos años de edad, Gerónimo ofrecía rendirse ante las fuerzas militares estadounidenses en el Cañón de los Embudos, al Este de Agua Prieta, aunque la noche siguiente  escapó con Nachez, 20 hombres y 13 mujeres en la que resultaría ser su última correría, y a la región Nogalense le tocó ser testigo de lo sucedido.

Los apaches se dirigieron hacia el oeste; el 21 de abril robaron algunas cabezas de ganado cerca de Aribabi, al Sur de Cocóspera y, poco después, más cerca de Imuris atacaron a dos hombres, matando a uno e hiriendo al otro. El día 23 se aproximaron al rancho Casita, y frente a sus casas mataron a un hombre y a su hijo que acompañaban a una familia, mientras que los sobrevivientes encontraron protección en las casas. Horas después llegaba una fuerza de 10 hombres de Imuris, al mando de Joaquín Quiroga, aunque fueron emboscados y muerto uno de ellos, Francisco Grijalva, por lo que el resto de la fuerza se retiró. Esa misma noche, el Prefecto de Magdalena, Don Andrés Rivero, llegaba en tren a Imuris al mando de 30 hombres, donde se le unió otro grupo procedente de Nogales. Así, el ferrocarril contribuía para acabar con la presencia apache.

Un día después, el 24, era enviado Enrique Ronstandt con 40 hombres a unirse con la fuerza de Imuris y otra más de Santa Cruz, mientras que Gerónimo atacó el 26 a Buenavista (actual Mascareñas),  en donde fueron muertas 4 personas, y después cruzó la frontera. El 27 atacaban del lado estadounidense el rancho de Arturo Peck (unos 20 Kilómetros al Norte de la frontera), mataron a su esposa, a su hijito y a Charles Owens, que estaba de visita, y secuestraron a una niña de 11 años, Trinidad Verdini. Al ver ésto, Peck enloqueció temporalmente por lo que los apaches le perdonaron la vida. De cualquier manera las fuerzas militares estadounidenses intervinieron en la persecución apache.

El día 28, los apaches mataban a 8 personas cerca de Crittenden (a unos 40 Km al noreste de Nogales) y luego se dirigieron hacia el Sur, y a pesar de que las fuerzas mexicanas intentaron cortarles la entrada a Sonora, éstos lograron reingresar al Estado por la Sierra Pajarito, al oeste de Nogales. En su persecución, el Capitán estadounidense, Thomas C. Lebo, al mando de unos 30 hombres, entró a Sonora gracias a un tratado de asistencia mutua entre Sonora y Arizona, firmado el 1882, que permitía el cruce fronterizo de militares en persecución de apaches y acampó en el Rancho de la Arizona, que pertenecía a un bisabuelo del autor de estas líneas.

Para entonces los apaches se habían dirigido al este, cruzaron el ferrocarril por Agua Zarca (actual La Mesa) y cerca de Nogales mataron a varios miembros de una familia de apellido Andrade, para atravesar después la sierra del Pinito con los soldados estadounidenses en su persecución. De este momento se conserva el nombre de Cañada de los Negros para el paso que atraviesa allí la sierra.
Picachos de Santa Barbara

El 3 de mayo, el Capitán Lebo lograba hacer contacto con los indios en los picachos de Santa Bárbara, al sureste de Nogales, en donde se habían escondido: “…en una elevada meseta plana y circular, que constituye la cumbre de un elevado monte, eminencia de aspecto basáltico, cortada a tajo por todos lados y que da por uno de ellos a un pequeño desfiladero y por otro a una especie de cañada en forma de “V” que atraviesa la pared vertical, dando acceso a la meseta plana y cubierta de yerba…”

En ese punto empezó el encuentro alrededor de las 3 PM. El soldado Joseph Hollis fue muerto mientras que el Cabo Edward Scott fue herido y quedó tirado, expuesto a los disparos, por lo que el Cap. Powhatan Clarke se abalanzó y, arrastrándolo, lo puso a salvo.

Grabado de Remington
Esa escena sería inmortalizada en un grabado del famoso pintor estadounidense, Frederic Remington, que acompañaba a los militares como corresponsal de la revista “Harper´s Weekly” y además, poco después el Congreso estadounidense le otorgaría a Clarke la Medalla Congresional del Honor por su valeroso acto.

Cabe agregar, como dato anecdótico, que Clarke dejó en la Arizona un mapa de Sonora que acababa de adquirir en la librería nogalense, Sonora News, en el que estampó su firma, mapa que hoy forma parte de la colección del autor.

Y aquí se me agota el espacio, por lo que continuaré esta crónica en otra colaboración.

2 comments:

  1. No sabía que había sido tan sangrienta y vengativa esta última huida de Gerónimo. Quedo esperando la siguiente parte.
    Dí con este tu tercer blog de casualidad, a veces hay que mirar los perfiles, si no lo hago no me entero. Me gusta bastante.

    Un cordial saludo Alberto.

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  2. Hola, estimado Eduardo de Vicente:

    El próximo artículo de la serie va a ser sobre el bicentenario de la Constitución de Cádiz, y luego reanudo la serie de Geronimo.

    Te agradezco tus comentarios

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